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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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05-12-2010

 

 

 

 

¿Hacia dónde se transforma?

SURda

 

 

Julio A. Louis

 

 

El “Socialismo es posible ”, conglomerado de militantes del Partido Socialista, ha sido organizador -junto a “La República”- de un intercambio de opiniones bajo el título de “¿Involución o transformadora renovadora?”. Es un intercambio rico, en un período en que se generalizan las críticas por la ausencia de rumbo de la izquierda, del Frente Amplio y de las organizaciones sociales. Expondremos las líneas político-ideológicas que desarrollamos.

 

El materialismo dialéctico emplea una metodología inductiva-deductiva , es decir que todo análisis debe atender lo particular y lo general, e ir constantemente, de lo particular a lo general y viceversa. Sin analizar la aldea es impensable saber lo que en ella sucede, pero para comprender el estado general de la humanidad, hay que estudiar todas las aldeas, y con el conocimiento adquirido, se debe volver a analizar más profundamente aquella aldea. Por eso la pregunta “¿involución o transformación renovadora?” exige respuestas a nivel general (o mundial) y a nivel particular (o nacional).

 

A nivel general (mundial) la contradicción básica de la humanidad está dada por la actualización de la opción planteada por Rosa Luxemburgo hace un siglo, la de “socialismo o barbarie”. Hoy, de modo más drástico es “socialismo o extinción” , extinción no sólo de la humanidad sino del planeta. El planeta tiene su vida cuestionada, porque se aúnan para su destrucción, el espíritu de lucro capitalista y el consumismo estimulado por el sistema, con un desarrollo de las fuerzas productivas (y destructivas) basadas en el avance acelerado de la ciencia y la tecnología. Por otra parte, la disparidad militar favorable a la potencia dominante (Estados Unidos) agrava el panorama, porque para zafar de la crisis que golpea al corazón del sistema, se acrecienta su necesidad de la guerra, ya que sin ella se le escurre velozmente el poder económico y el político. Este es un fenómeno mundial preocupante, en especial para nuestra América, pues bien ha dicho Noam Chomsky “si EE.UU. no es capaz de controlar a América Latina no podrá imponer el orden en el resto del mundo”. Su presencia bélica en Irak, en Afganistán, las bases extendidas por el mundo y en particular en América Latina, la reactivación de la 4ª. Flota, la influencia sobre Colombia, la sucesión de golpes ensayados en Venezuela, Bolivia, Ecuador, y el victorioso en Honduras, no dejan dudas. Por eso, debemos apostar a la multipolaridad de potencias (acuerdos con Rusia, China, India, Irán, Sudáfrica, etc.), fortaleciendo el derecho a la autodeterminación de los pueblos, además del desarrollo de Unasur.

 

¿No es lírico proponer el socialismo como alternativa a la extinción? No lo es -en una perspectiva de transición hacia una construcción que no será plena de inmediato- a partir no sólo del análisis del presente sino de la historia reciente. Las oleadas revolucionarias del siglo XX fueron directa consecuencia de las profundas crisis del sistema. Respecto a la crisis actual, hasta los defensores del capitalismo -salvo escasos optimistas que la consideran casi superada- concuerdan en que no se ha salido de ella, y muchos estiman que se agrava, por lo que provocará – afirma Samir Amin- “gigantescos acontecimientos mundiales” bases de sustentación de profundas revoluciones. De allí que, contra neoliberales y pos-modernos, hay fundadas razones para ser revolucionarios socialistas en el siglo XXI.

 

El siglo XX también ha demostrado la veracidad de la herencia marxista, cuando los fundadores escribían que el socialismo es mundial o no es. El socialismo como modo de producción y como sistema, o derrota al capitalismo o retrocede, ya vencido, ya necesitado del “paso atrás” enseñado por Lenin. Una de las condiciones para vencer es superar –o al menos igualar- el desarrollo de las fuerzas productivas del sistema capitalista, lo que le permitirá construir economías tan ricas como las más ricas del capitalismo. Trotsky explicaba la imposibilidad del socialismo y de la tendencia a la igualdad sin ese desarrollo productivo. Imaginemos una aldea –decía- que cosecha abundantes cereales y posee instrumental adecuado como un buen horno para producir pan. Bastará poner los panes en una vidriera para que cada habitante de la aldea tome lo que necesita. Simplemente, habrá que educar a alguna mente torcida. Imaginemos una aldea, sin suficiente harina o instrumental adecuado, la que producirá menos pan del necesario. Ya no se podrá colocar el pan simplemente en la vidriera, sino que se requerirá de un empleado que garantice la distribución según pautas fijadas, y a su lado por seguridad, a un policía. Bastará que estos funcionarios -educados durante siglos en el egoísmo de la sociedad capitalista- acuerden entre sí repartir un poco menos a todos y quedarse con ese “excedente” para sí, para que vuelva a generarse la desigualdad, acompañada de la corrupción.

 

El socialismo es inconcebible también sin una democracia de Nuevo Tipo, hoy llamada Participativa, ayer Comuna de París o los Soviets de los primeros tiempos. No sólo deberá socializarse la propiedad de los medios de producción y de cambio, sino también la gestión , para lo que es una exigencia superar el atraso cultural de las clases populares. Si la propiedad pasa al Estado, pero no son las clases populares quienes tengan el poder de él y lo gestionen, equivaldrá a estatizar un barco en que siguen viajando pasajeros de primera, segunda y tercera, y éstos no comprenderán la diferencia entre el barco estatizado y el de propiedad privada anterior.

 

 

 

 
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